JM Arceu
Mantenerme
Pocos deseos anhelo en esta vida. Si las reglas del juego lo permitieran, me mantendría por siempre en instantes empáticos. En situaciones ajenas que me desmontan como un cuchillo mantequilla caliente. Actos de buena fe, actitudes inocentes… Una sonrisa, un gesto, una reacción tan puramente cándida que me derrita levemente. Un acantilado al que poder lanzarme, y vivir de forma eterna en su dulce e infinita caída.
Soy débil. Y lo comprendo cuando esto sucede. Cuando la inocencia asoma y saluda, entiendo la esencia de esta vida leonina y arbitraria. Veo la luz cúrcuma que me da razones para confiar en la virginidad de la blancura ante la que el mal sucumbe. Veo felicidad en francas lágrimas ocultando almas completamente inofensivas. Siento devoción ante ellas. Pero tremenda fragilidad. Los factores mundanos no siempre son justos y afectan a todos por igual. Seas bueno o malo, capaz o incapaz, prudente u osado. No importan la naturaleza y las acciones pasadas. El martillo resuena con el mismo ruido y estertor para honrados e indignos.
Temo más por eso que por mi propia existencia.
Navego contemplando las olas, sobrecogido por el temporal venidero. Me asomo por la borda y sonrío, mientras la espuma acaricia mis entrañas caducas. Finjo un placer que desconozco, pero que siempre he ansiado. Tengo nudos que sujetan las velas y obstruyen mis cuerdas vocales. Grito al cielo, en un amago de valentía. Siento que los dioses están conmigo. Mudo de voz y de apariencia. Todo era una imaginación mía.
Y la calma besa mi frente.
Estudio la posición del sol y la proyección de mis sombras. Cobijan inquietudes inútiles, labrando tierras fértiles de ilusión. Brota savia renovada, verde albahaca, cristalizando una realidad que cada vez más me cuesta entender. Creo en el azul zafiro, en el sino pactado y la apuesta fallida del diablo. En la manzana roja que derrama linfa tóxica que alguna vez dio vida a algo hermoso. Sueño con los ojalá, y abrazo con fuerza a los vacíos que detuvieron el tiempo por suspiros.
Noto el vaho cálido que aún rezuman unos pulmones extasiados. Noto el desequilibrio de un artefacto sometido al poder gravitacional. La luz ciega y pone a prueba la firmeza de un explorador desorientado. El brío de las bandadas de pájaros me hace reflexionar. Noto como el jugo de la vid tinta los hoyuelos del infeliz pueril. Aquel que se mantiene, mientras todo sigue girando.