Venecia, mucho más que puentes y canales
Por Marga Díaz
Tratándose de un destino tan conocido para el turismo mundial, Venecia no parece necesitar presentaciones: el Gran Canal, el Puente de los Suspiros, la Plaza de San Marcos y cómo no, en estas fechas, su mágico carnaval. La tradición se remonta varios siglos atrás, cuando por unos días las clases más desfavorecidas se podían mezclar con la nobleza, atreviéndose a hacer burla de sus refinadas costumbres. Para ello se popularizaron las máscaras, algunas inspiradas en los personajes de la Comedia Dell‘Arte, que permitían desde el anonimato criticar y ridiculizar a todos los estamentos. En la actualidad las máscaras siguen siendo el elemento más representativo del carnaval veneciano, muchas de ellas pintadas y moldeadas de manera artesanal, algo que no es apto para todos los bolsillos.
Pero en Venecia todo tiene cabida y los lujosos trajes bordados o decorados a mano comparten protagonismo con antifaces y máscaras más asequibles, a la venta en cualquier puesto, que permiten al turista sumergirse en el ambiente festivo. Así la ciudad adopta múltiples personalidades que recuerdan aquellos días de gloria del imperio veneciano.
Dicen que el Carnaval de Venecia hay que vivirlo al menos una vez en la vida. Y seguro que no faltan razones, pero no olvidemos que Venecia es única no solo por la fiesta y por su peculiar situación en medio de la laguna, sino por su extraordinaria arquitectura y su vasto patrimonio artístico:
Nada más entrar desde la Laguna a la Plaza de San Marco nos recibe el Palacio Ducal: en estilo gótico veneciano con elementos renacentistas, el edificio entero destila encanto y exquisitez. Pero no nos quedemos solo con su hermosa construcción. Para profundizar en la historia de la República Veneciana debemos visitar su espectacular interior: comenzando por la Escala d´Oro, pasando por la armería y llegando a la deslumbrante Sala del Consejo Mayor o el apartamento del Duque que acogen obras de arte de Tiziano, Veronés y Tintoretto entre otros grandes maestros de la pintura italiana. Si atravesamos el famoso Puente de los Suspiros desde el cual según la leyenda, los condenados veían por última vez la laguna, llegamos a las mazmorras, un auténtico laberinto donde alguna de las celdas todavía conserva utensilios o parte de su escaso "mobiliario" y multitud de inscripciones hechas por los presos en su eterno encierro.
Al lado del Palacio, la Basílica de San Marco resulta deslumbrante, una mezcla de estilos entre los que predomina el bizantino, con brillantes cúpulas y hermosos mosaicos que la hacen diferente a la mayoría de templos católicos. Es imprescindible visitar su interior y sacar entradas para hacer la visita completa, ya que con la gratuita no se pueden apreciar tan de cerca tesoros como la Pala de Oro, la estatua original de los caballos que adornan la fachada o los maravillosos mosaicos que cubren prácticamente paredes y techos. Además accediendo a la terraza nos esperan unas bonitas vistas de la Plaza, el Reloj y la laguna.
Aunque si queremos disfrutar de la mejor perspectiva de Venecia, deberemos subir al Campanile frente a la Basílica, una torre de casi 100 metros de altura que nació como un antiguo faro y que se conserva, después de su derrumbe actualmente restaurada.
La plaza se ve embellecida por varios edificios: en el lado norte la Torre del Reloj sostiene el reloj astronómico y la campana que puntualmente hacen sonar las dos estatuas que la coronan, los llamados "moros". Decorada con la estatua de la Virgen con el Niño y un poco más arriba con el León de San Marcos símbolo de la ciudad y la república, esta original torre es uno de los grandes atractivos de la Plaza. Al otro lado, el Museo Correr resulta también una visita muy interesante: con una decoración mucho más sutil que la del Palacio Ducal pero muy hermosa, acoge una de las más importantes colecciones de pintura y escultura además de otras muchas curiosidades, como un gran número de armas y elementos navales, que dan idea de la grandeza del imperio veneciano. Una visita muy entretenida, hasta para los niños.
Otros museos como el Arqueológico o la Biblioteca Nacional completan la gran oferta cultural veneciana, pero no son éstos los únicos lugares: Palacetes, Teatros como La Fenice o iglesias como Santa María de la Salutte ofrecen además de arte visual, interesantes eventos en sus agendas culturales.
Venecia está llena de rincones especiales: puentes diminutos, callejuelas estrechas casi inaccesibles y acogedoras plazas, compiten con las grandes obras de arquitectura. Los imponentes puentes venecianos, el de la Academia, el de la Constitución o el de Rialto, soportan diariamente miles de turistas que se hacen un hueco para sacar la mejor perspectiva del Gran Canal. Las tiendas de moda con suntuosos escaparates nos recuerdan también que estamos en la ciudad del lujo y el glamour y hasta las propias tiendas de souvenirs pueden resultar en Venecia verdaderas obras de arte.
Como casi todas las ciudades europeas, Venecia se ve distinta de noche, quizá todavía más hermosa: la Plaza de San Marco nos recibe con una tenue iluminación, acompañada de la música que ofrecen en directo las orquestas en las terrazas de sus lujosos cafés y los canales se cubren de misterio con esa luz especial que refleja la ciudad, tan sugerente para cualquier cámara de fotos.
Pero una de las cosas más interesantes al pasar varios días en Venecia, es acercarse a los lugares donde los venecianos realizan sus actividades en el poco tiempo que tienen ajenos al ajetreo del turismo: el mercado que se realiza a diario junto al puente de Rialto es una buena opción, sobre todo si nos acercamos a primera hora cuando los coloridos puestos de verduras, pasta y frutas comparten protagonismo con el pescado y otros productos de la compra diaria. El trajín del puerto a primera hora también resulta curioso, cuando los barcos descargan la mercancía que surte a hoteles y restaurantes, y los trabajadores se disponen a cruzar el Gran Canal en góndolas más sencillas y menos lujosas, que los venecianos utilizan para su día a día en lo que ellos llaman un "traghetto". Así nos podemos abstraer por un momento del superficial ambiente turístico y conocer una Venecia más auténtica y acogedora.
Marga Díaz https://viajesvagalume.blogspot.com/
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